Solo los Valientes Entrarán al Reino de los Cielos

Escuche la voz de mi tío Gabriel, se encontraba al final del pasillo pidiendo indicaciones a una enfermera en una ventanilla. Pero no se encontraba solo, traía consigo, dos policías siguiéndolo a él, pero con uniformes diferentes, porque él es el comandante, luego su mirada se posó en mi y pude ver como trago grueso y caminó lentamente pero firme hacia nosotros. Se posiciono frente a Benjamin quien no se movió y aun seguía cubriendo me, su instinto sobreprotector para conmigo estaba alerta, siguió cuidadosamente cada uno de los movimientos del oficial al mando con su mirada confundida. Mi tío se aclaró la garganta y le mostró su placa— Benjamin, te haces a un lado por favor. Benjamin negó con la cabeza y le dio una mirada fría y con voz firme pronunció— ¡No!, Si le quieren poner una mano encima tendrán que pasar sobre mi cadáver primero. Uno de los oficiales que era el mas bajito pero fornido agregó— Mira, niñito, quita esa mirada de pocos amigos. Te recomiendo que te muevas o proseguiremos a llevarte a ti también. Aunque su amenaza sonaba bastante seria, aun así, Benjamin no se movió, entonces mi tío chasqueo la lengua he hizo un gesto de frustración y le hizo una seña con la cabeza, al otro ofical, el cual era el mas delgado de los dos y el mas alto. y este se aproximó a esposar a Benjamin, y mientras él lo hacía mi tío dijo— Muy bien, ya que no quisiste colaborar por las buena, pues te tocará adaptarte por las malas, Benjamin Tlatenchi, quedas detenido por participar como cómplice y testigo de los actos ilegales de tu esposa. El rostro de Benjamin derrochaba confusión, él trataba de liberarse porque no entendía qué estaba pasando— ¿Que? No, no, están cometiendo un grave error. Los oficiales parecieron ignorar lo que Benjamin decía y lo hicieron caminar un poco lejos de mi, entonces esta vez mi tío se acercó a mí me mostró su placa de oro— Por favor, manos atrás de la espalda— Yo obedecí y me di la vuelta. Él tomo mis brazos, los posiciono detrás de mí y colocó unas esposas en mis muñecas y continuo— Talita Taylor-Joy quedas arrestada por el asesinato de...— Solté aire por la boca ante el nombre que pronuncio, me preguntaba cuánto tiempo tardarían en acusarme de eso— Por el robo de investigaciones privadas pertenecientes a la compañía con sus siglas en griego conocidas por E.K.O, y en español como una Organización Inteligente sin fines de lucro… Manifestaciones y protestas ilegales, pero sobre todo el ataque terrorista a una institución privada...— Suspiró él con cansancio antes de agregar lo que iba a decir como si no le gustara el nombre que escogieron, y pronunció entre dientes— Religiosa… Tienes derecho a guardar silencio… Cualquier cosa que digas puede y será usada en tu contra en un tribunal judicial… Tiene derecho a contar con un abogado… Si no puedes pagar un abogado, el tribunal le asignará uno… Y por supuesto, tienes derecho a una llamada. Mi tío me tomó por un brazo y me obligo a caminar hacia donde estaba el otro policía con Benjamin en la misma posición que la mía, y empezamos a avanzar alejándonos de mi familia. Tal vez podrías verme en calma, como si yo sabía que esto iba a pasar, y aunque era cierto, porque yo preví todo esto, no podía evitar mirar al suelo mientras caminábamos, mientras todos en el hospital me miraban, y yo solo podía pensar en lo que decía Efesios 6:10-12 “Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.” Escuche a mi tía decir a mis espaldas— ¡No, Gabriel! ¡Haz algo Isaiah! ¡No se los pueden llevar así! Isaiah le contesto un poco furioso, pero no con ella sino por la situación— Claro que lo haré, pero por ahora hay que dejar que la ley mundana haga lo que tenga que hacer y luego intervenir con una ley más justa y pesada, que las de este mundo. Yo tenía muy en claro al iniciar esta guerra contra qué enemigo me iba a enfrentar. Y estaba completamente preparada, porque al final de cuentas, mi abuela tenía razón en algo que siempre solía decirme, “Solo los valientes entrarán al reino de los cielos… Más a los cobardes les espera el lago que arde con fuego y azufre…”